Pura alegría

Observa detenidamente el mundo que te rodea y reconoce la belleza que se extiende en todas direcciones. Escucha la armonía y el ritmo de los sonidos de la vida.

Date a ti mismo el refrescante, poderoso y energizante don de la más pura alegría. Date a ti mismo un momento, o más aún si lo deseas, y simplemente siente la incomparable alegría de estar vivo.

Siente la tibieza del brillo del sol, la frescura del agua corriendo, el roce de la brisa en tu piel. Toma una respiración larga y profunda, relajante, sintiendo la frescura del aire que inhalas.

Siente la abrumadora riqueza y la maravilla de la bella realidad que se esparce en todas direcciones. Deja de lado cualquier expectativa, juicio de valor o análisis, y date el permiso de sentir todo ello en paz mientras va llegando a ti.

Por un ratito, deja de lado tu planificación, organización, adaptación y generación de respuestas, y date a ti mismo tiempo para, simplemente, sentir y disfrutar. Los instantes dedicados al puro disfrute, sin culpas, ansiedades o expectativas, aportarán riqueza a tu vida de maneras que ninguna otra cosa podría.

Tómate algo de tiempo para darte la posibilidad de experimentar alegría, pura e incondicional. Dale vida más plenamente aún al placentero tesoro que constituye la vida en si misma.