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Acciones al mando

 La duda es una puerta de entrada al temor. Una duda pequeña, trivial, repetida una y otra vez y observada desde muchos ángulos diferentes, puede crecer muy rápidamente hasta convertirse en un miedo prácticamente insuperable.

Una duda puede ser sumamente razonable, sin embargo, razonar con ella no es buena idea. Porque ya sea que tus argumentos estén en contra o a favor de ella, en ambos casos estarás fortaleciéndola.

En cambio, simplemente reconoce que tus dudas están allí, y luego sigue avanzando rápidamente. Si te surge el pensamiento de que no puedes hacer determinada cosa, dale lugar a ese pensamiento por un instante y luego, a través de tus acciones, encárgate de demostrarle que estaba equivocado.

Las dudas nacen de tus pensamientos, y en la medida en que te quedas dándoles vueltas, se vuelven más y más influyentes dentro de tu mente. Así que deja de pensar por qué no puedes y empieza a hacer lo que debes hacer para demostrar que si puedes.

Una acción pequeña y concreta tiene muchísima más fuerza que la duda más elaboradamente construida. Porque una vez que has hecho algo sabes con la más absoluta de las certezas que puedes, y las dudas no tienen manera de enfrentar a las certezas.

Sea lo que sea que estés dudando que puedes hacer, empieza a hacerlo. Y mira cómo la duda se disuelve rápidamente perdiendo completamente su sentido, mientras tus acciones se hacen cargo.

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