Lo que eres capaz de hacer no está en función de lo que los demás piensen de ti, o de lo que los demás te permitan hacer. Lo que eres capaz de hacer depende de lo que tú esperes de ti mismo, y de lo que tú decidas hacer con tu tiempo.
Si permites que los demás te definan, entonces les permiten controlarte. Decide en cambio asumir plena responsabilidad por tu propia vida, y hacer todo lo que sea necesario para generar verdadera realización.
Tu entorno arrojará todo tipo de supuestos en tu camino, respecto de lo que resulta posible y de lo que no. Mira más allá de esas presunciones y limitaciones que los demás puedan imaginar y conecta con tu más elevada visión respecto de cómo la vida puede llegar a ser.
El hecho es que tú puedes conseguir todo aquello para lo cual determines tu mente y tus esfuerzos como que lo vas a conseguir, con honor, integridad y alegría. La vida es una experiencia de final abierto, y los resultados que alcanzas provienen de aquello que esperas conseguir y de aquello en lo cual trabajas por conseguir.
Obviamente, puedes ser fructíferamente guiado por experiencias pasadas de tu vida y de la vida de los demás. Pero nada de lo que ya haya sucedido tiene por qué interponerse en el camino hacia la mejor versión de ti mismo que ahora podrías llegar a ser.
Ocúpate menos de lo que los demás piensan de ti, y más en dar vida a tu propia belleza única y especial. Comprométete a vivir cada instante con riqueza y en base a tu auténtico propósito, y muéstrale a todo en la vida la enorme cantidad de cosas buenas que eres capaz de generar, y ofrecer.
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